Por Techo Díaz.- El de hater es un oficio bastante atractivo. Según algunos estudios, además, tener mal carácter y ser pesimista ayuda a ganar más dinero, a vivir más tiempo y a tener un matrimonio más feliz. Y en Internet eso está a la orden del día. Cristina Guerricaechevarría, psicóloga especialista en violencia familiar y sexual, asegura que el hater encuentra su catalizador en la difamación o la destrucción de una figura pública.

Así que no extraño que, Twitter mediante, la figura del hater sea tremendamente popular en ciclismo y que uno de sus mayores objetivos sea una de las grandes figuras de este deporte: Alberto Contador Velasco. Y es que el hoy corredor de Trek ha sido, de largo, una de las figuras deportivas más odiadas de este país. Ayer, día en que el pinteño anunciaba su segunda retirada del ciclismo profesional, muchos de ellos, no solo Tinkov, estallaron de alegría.

haters Contador
El grito de Contador en Fuente Dé

Tampoco es imposible hatear* a Contador. Ha metido bastantes veces la pata y no es ni mucho menos perfecto. Probablemente, salvo Nadal y los Gasol nadie lo es. Iniesta lo parece, pero al ser del Barça es hateable por el 50% de la población, aunque lo más polémico que haya dicho sea ‘Kalise para todos’.

Alberto metió la pata hasta el fondo con los picogramos de clembuterol y a mucha gente le molesta también que no siempre vaya con la verdad por delante. Que si esta Vuelta no me encuentro bien, que si tengo una fisura en la tibia, que si a este Giro no vengo preparado porque estaba en la playa y ese tipo de cosas. Para luego acabar ganando el Giro y la Vuelta en cuestión.

Discúlpenme señores haters. A lo mejor tenía que haber dicho cuándo iba a atacar y dónde, para que sus rivales estuviesen prevenidos. Pero es el que el ciclismo, ya lo contaba Froome hace cosa de un mes, es una partida de poker, y hay que saber mentir para llevarse el gato al agua. De hecho, si yo fuese uno de sus rivales en La Vuelta tampoco me fiaría cuando ahora dice que viene a disfrutar y despedirse de la afición.

Pero aún así les doy la razón. Todo esto es ciertamente criticable. También lo es ser menos simpático que Purito o Valverde y haber acabado mal con casi todos los equipos donde ha estado. Aunque a mí me pueda parecer una sinvergonzonería lo que le hicieron Bruyneel y cía en Astana (llevarse todos los coches de equipo para Armstrong y sus invitados y no dejar ninguno para Contador, alojado a 34 kilómetros de la salida de la crono en Annecy) o las continuas declaraciones del simpar Olegario Tinkov, es bien cierto que dos no pelean si uno no quiere. Algo habrá hecho Contador, si quieren hatearle por ahí.

Otra cosa muy distinta es hatearle en carretera. Porque si son ustedes la mitad de aficionados al ciclismo que somos nosotros, van echarle terriblemente de menos en los lustros venideros. Y no solo en el Tour, sino todo el año. El madrileño hacía grande la Paris-Niza, la Vuelta a Andalucía o la Tirreno-Adriático. Corría gran parte del año y corría para ganar. Eso de hacer vueltas para preparar las grandes no iba consigo, y eso, a los que vemos ciclismo todo el año, nos hacía amarlo con locura.

Más grandes que sus victorias son aún sus derrotas, las que acostumbró a acumular en sus últimos años, como esta misma temporada, donde ha firmado segundos puestos sustentados en ataques a más de 50 kilómetros de meta. Siempre provocando al Tío del Mazo y llevando a sus rivales al límite. Algunos, como Purito Rodríguez, lo han definido como un auténtico tocapelotas, un tipo que te lleva en tensión porque sabes que te va a atacar, ya sea subiendo, bajando o formando un abanico.

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Sobre el doping, queridos haters, poca cosa que decir. Ha cumplido su sanción, como hizo Frank Schleck y tantos otros rivales. ¿Tiene sentido ponerle una cruz por el resto de sus días? Quizás sí, pero que cambien entonces las reglas para todos. Lo que no comparto es que desde su vuelta a la competición los resultados hayan sido menores. Sobrevivió a toda su generación o primeros rivales (los Schleck, Cadel Evans, Menchov, Wiggins) y ha sabido mantener la competitividad con otros distintos hasta el mismo momento de su retirada. Ganó su primer Tour en 2007 y en 2017 todavía metía miedo en la salida.

Tras el parón, dos Vueltas a España y un Giro de Italia. Mucho más que los celebrados Quintana, Aru o Dumoulin, por poner un ejemplo. Y aderezado con dos Vueltas al País Vasco, una Tirreno, una a Burgos y varias etapas de montaña. ¿El mejor Vueltómano del siglo XXI? Parece indiscutible si miramos el palmarés, pero si nos quedamos con los ataques, los segundos puestos y el espectáculo es simplemente implanteable. Nadie le hace sombra.

La Vuelta a España, la carrera que ha ganado tres de las cuatro veces que ha corrido, ha decidido cederle el dorsal número 1 de la carrera, que normalmente se reserva al campeón. En ausencia además de Nairo Quintana -que nunca debería olvidar el ataque del pistolero en Formigal que le puso en bandeja su triunfo- parece un gesto acertado. Un postrer homenaje a un hombre al que hasta sus mismísimos haters van a echar de menos.

Se acaba una época del ciclismo. Quedan solo tres semanas de Leyenda.

Por favor, que empiecen ya.

 

 

*hatear, hateable y todas sus derivaciones son palabras que no existen. Pero son fácilmente comprensibles 🙂

 

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