Por Techo Díaz.- Hay que ser muy friki del ciclismo y tener unos años ya para que te suene el nombre de Eric Haiden. Seguro que alguno de nuestros lectores cumple estas características, pero la gran mayoría de ellos no conocerán su historia. Y es digna de ser recordada.
Eric Haiden ganó 5 medallas de oro en los Juegos Olímpicos de 1980. Pero no en Moscú, sino en la localidad estadounidense de Lake Placid, donde se celebraban los Juegos Olímpicos de Invierno. Fue las pruebas de 500, 1.000, 1.500, 5.000 y 10.000 metros y no fue sobre una bicicleta, sino sobre unos patines de hielo. Si en vez de los Juegos de Invierno estuviésemos hablando de los de verano hablaríamos de una leyenda del deporte, capaz de ganar él solo, por ejemplo, más medallas que toda la delegación española de los 80.
Y su carrera no se quedó ahí. Fue campeón del mundo en siete ocasiones, batió el récord mundial tres veces en 1.000 metros, dos en 3.000 y una ocasión más en 1.500 y 10.000 metros. Un patinador escandalosamente bueno.
Lo bonito de su historia llega, sin embargo, cuando decide dejar el patinaje, algo que hizo con solo 22 años. Tal como relata este estupendo artículo de Sphera Sports, el de Wisconsin se dedicó a jugar al hockey sobre hielo en Noruega, un salto razonable si has sido el más rápido del mundo sobre unos patines de hielo. Pero su verdadero sueño era ser ciclista profesional.
Y lo consiguió. Lo consiguió además siendo americano muchos años antes de que Armstrong popularizase allí el deporte de las dos ruedas, cuando solo un puñado de valientes como Hamspsten, Lemond o él mismo se atrevían a rodar en la vieja Europa. Heiden corrió un Giro y un Tour, pero además fue campeón de los nacionales en ruta de Estados Unidos en el año 1985, un logro nada desdeñable.
Todos sabemos lo difícil que es estar siquiera entre las 200 personas que forman el pelotón del Tour. Se requieren años de trabajo, esfuerzo y dedicación y una pizca de suerte. Heiden lo logró viniendo de otro deporte completamente distinto, donde además era una superestrella. Hay que ser muy buen atleta para lograrlo.
En la década de los 10, en plena edad de oro del triatlon, empieza a ser menos infrecuente ver a deportistas haciendo sus pinitos en varias disciplinas deportivas. Clàudia Galicia gana en mountain bike y en esquí de fondo, Óscar Pereiro hace sus pinitos en el fútbol y en los rallyes, pero es realmente raro ver a un gran campeón compitiendo a lo Da Vinci, con control en todas las disciplinas.
Eric Haiden, que hoy es doctor especializado en ortopedia, ganó todo en patinaje y luego fue capaz de ganar los nacionales de Estados Unidos. Una grave caída en el Tour del 86 -el que ganó su compatriota Greg Lemond, aunque en distinto equipo- le apartó prematuramente del ciclismo. Quien sabe donde podría haber llegado, aunque solo con lo que hizo ya es una leyenda en su país.
Haiden no solo disputó aquel Tour, sino que fue el artífice junto a Jim Ochowictz, hoy manager del BMC, de la creación de un equipo ciclista americano con patrocinador, al estilo de los europeos. Aquel equipo se llamó Seven Eleven y, ya lo saben, forma parte de la historia del ciclismo…
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