Por Techo Díaz.- La vida hay que tomarla con humor, incluso en el ciclismo, y eso es lo que han hecho dos de los mejores cazadores de etapas del pelotón, Tim Wellens y Adam Hansen, en el actual Giro de Italia.
Ocurrió el pasado sábado, en el transcurso de una etapa con final en alto que a la postre ganaría el ecuatoriano Richard Carapaz. Los dos ciclistas, ambos del equipo Lotto Soudal, salieron en pos de la escapada del día, donde ya circulaba un compañero de equipo, Tosh Van der Sande.
Como buenos rodadores, abrieron hueco enseguida, pero no lograban alcanzar a los escapados, que circulaban a dos minutos y medio. Fue entonces cuando decidieron “hacer un Bahamontes”, pero sin helado. Los ciclistas, conscientes de que no iban a pillar a los escapados pero también de que llevaban un hueco grande sobre el pelotón, decidieron esconderse para verlos pasar…
[adrotate banner=”11″]Ni cortos ni perezosos giraron bruscamente hacia la izquierda y se escondieron detrás de una autocaravana. En cuanto vieron pasar al pelotón, se incorporaron detrás de los últimos, que los recibieron con risas. Vamos a ver qué cara ponen los de adelante -se dijeron- y avanzaron posiciones hasta los de cabeza.
Mitchelton Scott, el equipo del líder, tiraba entonces para echar abajo la fuga. Tres hombres del mismo equipo siempre son demasiados y a Wellens no conviene dejarle ni un palmo. Y la radio de carrera no se había percatado de que los dos ciclistas estaban jugando al escondite. Simplemente había dejado de informar sobre ellos. Así que los gregarios de Yates seguían tirando.
“Miraban hacia adelante, nos miraban, volvían a mirar hacia adelante y nos volvían a mirar. Dijeron, ¿de dónde salís vosotros?”, relató Wellens a Cycling Weekly
Los ojos de plato que se les debieron quedar a los pobres chicos del Mitchelton tuvo que ser divertidísima, aunque no haya testimonio de ello más allá del relato de los protagonistas. “Cuando se fueron, se pusieron a full-gas. No queríamos que la escapada cogiese mucho tiempo con tipos fuertes como esos, pero tuvimos que dejarlo, no había manera de pillarlos. Luego, lo siguiente que sé es que miré en el grupo y Wellens estaba a mi lado”, recuerda Svein Tuft.
[adrotate banner=”10″]Para el canadiense, uno de los gregarios del líder encargado de la caza, la broma no tuvo gracia. “No me reí, me dolieron las piernas”, dijo.
Chad Haga lo cuenta en un tweet: “La cabeza del pelotón explotó cuando los vimos aparecer por detrás, como si estuviésemos persiguiendo hologramas”.
I hope the cameras didn’t miss the flawlessly-executed Wellens/Hansen attack-and-then-hide maneuver. The peloton’s collective head exploded when those two came from behind, like we’d been chasing holograms.
— Chad Haga (@ChadHaga) 12 de mayo de 2018
Con gracia o sin ella, lo cierto es que tipo de acciones ya no se ven en el pelotón. Hoy todo está megavigilado e hipergrabado y cosas como degustar un helado de vainilla o pararse a hablar de pesca ya no se llevan. Pero tienen su encanto. No todo puede ser stress y competir.
Si además, lo tuyo es ganar etapas y no la general del Giro la elección no admite duda. Historias como estas hacen que un corredor sea de culto. Hoy y siempre, vivan las travesuras.