La Strade que me enamoró

Van der Poel, Alaphilippe, Van Aert, Pogacar, Bernal, Pidcock y Gogl. Solos, por delante, con la carrera rota, a unos 30 kilómetros de meta. Porno del bueno, dirían algunos.

Pero si encima le añades los paisajes de la Toscana, final en Siena y varios tramos de sterrato se convierte ya en amor verdadero, aunque no creas en su existencia.

En realidad, todos estábamos ya enamorados de la Strade Bianche. Un canto a la épica de sangre, sudor y polvo que solo podía inventarse un italiano, y que en 15 ediciones ha conseguido un lugar propio en el olimpo del ciclismo, codeándose con carreras centenarias que ya eran viejas antes de la primera guerra mundial.

Lo que ha hecho diferente a esta edición, lo que quizás marque un antes o un después en la historia del ciclismo moderno es la excelente generación de corredores que la ha protagonizado. Y por encima de todos ellos, su actitud.

La lucha a muerte entre Alaphilippe, Van Aert y Van der Poel ya venía en el guión. Ganase quien ganase se iban a dejar la piel en el intento. Pero no estaba tan claro que dos ganadores de tour, Bernal y Pogacar, se dejaran la piel en el intento. Como quien dice, no estaban obligados.

No era así como corrían Lemond, Armstrong o Indurain. Tampoco los de la escuela Sky. Cierto que Froome ha protagonizado duelos estelares con Alberto Contador en la Vuelta a Andalucía, pero por lo general llevaba un calendario más pausado hasta llegar a la Dauphine. De Thomas y de Wiggins ni hablamos. Focused on the Tour.

Pero estos corren a tope desde el primer día. Da igual si no están en su punto de forma. Son jóvenes, locos y ambiciosos.

Y nos encanta.

Desde el máximo respeto a Roglic y a su forma de contemporizar las carreras, al conservadurismo de Enric Mas y el Movistar o al control máximo de las carreras ejercido por Jumbo y antes por Sky, lo que a todos nos pone muchísimo es una carrera como la Strade Bianche.

Y los jóvenes salvajes (ojo al potro Pidcock, que quiere sumarse a la fiesta) que atacan sin respeto por nada ni por nadie, sin cabeza alguna y con ganas de romper todos los registros de vatios previamente establecidos. Entre otras cosas porque dejan fotos tan bonitas como esta.

Si de verdad les gusta este ciclismo, prepárense. Vamos hacia una época maravillosa, con ciclistas capaces de ganar el Tour, una clásica, un mundial de ciclocross o una prueba MTB. Sin miedo al Tío del Mazo, buen amigo de Van der Poel en el Mundial de 2019.

Sin miedo a nada en realidad. Van der Poel, Van Aert, Alaphilippe, Pogacar, Bernal, previsiblemente Evenepoel, Pidcock, quizás- soñemos con ello- Carlos Rodríguez… corredores brillantes, potentes, jóvenes y asalvajados. Capaces de atacar lejos, de equivocarse (Alaphilippe es ejemplo más claro), de ganar y de perder, pero sobre todo de emocionar.

La Strade Bianche ya nos tenía ganados. Pero como los vinos, mejora con los años. O con la compañía.

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