Ha sido un sprinter de época. Pero queda mal eso de hablar en pasado porque él mismo se resiste a pasar a un segundo plano y que hablen de su persona como si ya no estuviera en carrera. Cuando muchos le daban por acabado y por perdido, aunque no sin motivos para hacerlo, Peter Sagan ha reaparecido en el momento clave, cuando hay que estar.
Su fichaje por TotalEnergies supuso un gigante desembolso económico para la estructura que tenía confianza ciega en él y que pensaba que conseguiría el retorno gracias a las actuaciones del eslovaco. Pero su inicio de temporada fue de todo menos ilusionante. Siempre lejos de los mejores y cuando lograba meterse en una llegada, las opciones reales de victoria siempre eran nulas. Los grandes nombres como Jakobsen, Ewan o Cavendish parecían a años luz.
En el recuerdo aparecía además muy reciente todo lo sucedido la pasada temporada. Apenas tres victorias en todo el año, muy emotiva la conseguida en el Giro de Italia, es cierto, pero solo tres triunfos (campeonato nacional aparte) eran una marca muy pobre para alguien que se llama Peter Sagan, con todo lo que ello representa, estatus, salario, imagen…
Las alarmas saltaron en TotalEnergies y, seguramente, en el pelotón entero también cuando a principios de abril anunció que estaría un tiempo sin coger la bicicleta para someterse a una serie de pruebas y conocer qué es lo que le estaba pasando para no estar ni medianamente cerca de su mejor nivel. Incluso los más puristas y ‘saganistas’ dudamos de si realmente volveríamos a verle con los grandes.
Pero en el Tour de Suiza, en su reaparición, contra todo pronóstico levantó los brazos. Y no era una prueba menor, lo hizo por delante de otros que antes le mojaban la oreja como Coquard, Kristoff o Matthews. Cinco días después tuvo que abandonar por Covid y todo parecía torcerse de nuevo, pero alguna tecla ha tocado Sagan en las últimas semanas.
El maillot de campeón de Eslovaquia parece de su propiedad y le sienta fenomenal (será porque tiene un cierto parecido con el del campeón del mundo que tanto tiempo ha llevado) así que volvió a salir campeón de su país. Fue otro triunfo para dar moral, el segundo del año, que sigue siendo un balance escaso pero casi hasta suficiente teniendo en cuenta cómo empezó el 2022.
De nuevo en el Tour
TotalEnergies apostó su mejor baza al Tour de Francia, por supuesto. Pero seguía habiendo muchas dudas de hasta dónde podría entrar Peter Sagan a los sprints teniendo en cuenta que en Francia están los mejores: Jakobsen, Ewan, Groenewegen, Van Aert… Hace poco viéndole tan lejos de estos, había que ser todavía muy optimista para pensar que pudiera ni siquiera meter rueda en las llegadas.
Pero lo ha hecho. No ha ganado, es cierto. Ni siquiera ha estado entre los tres primeros pero sus sensaciones son buenas y alguna dudosa maniobra le ha privado seguramente de algo más de lo que ha conseguido hasta la fecha. En la segunda etapa fue sexto pero no estuvo tan lejos, y en la tercera, antes del descanso, cuarto. En la llegada de Sonderborg, Sagan volvió a demostrar un manejo espectacular de la bici, se coló como pudo con los capos y quiso demostrar que es uno de ellos todavía.
Van Aert le cerró contra la valla y le impidió el paso. Eso provocó las protestas del eslovaco porque se le veía con fuerza en sus piernas para seguir avanzando metros. Se impuso Groenewegen por delante del propio Van Aert, pero si el belga no le hubiera cerrado… quién sabe hasta dónde habría podido ascender Sagan. Es el rey del verde en Francia y aunque no va a ser fácil seguro que va a ofrecer batalla por él hasta donde pueda. Porque Peter Sagan todavía no está acabado.