Exagerando un poco, el Tour de Francia de este año bien lo podríamos pasar a denominar el Tour de Dinamarca. Y no nos referimos tan sólo a que la carrera arrancara desde el país danés y estuviera las tres primeras jornadas por las carreteras del país nórdico, sino que hablamos del gigantesco protagonismo que están teniendo los corredores procedentes de esta nación en la competición.
Saliendo desde Dinamarca estaba claro que alguno de los naturales de allí iban a querer ser protagonistas en los primeros días. No pudieron conseguirlo en la crono inicial pero sí a partir del segundo día en la inagotable figura de un hombre que se ha ganado el cariño de la afición mundial como Magnus Cort Nielsen. El del Education First fue protagonista por sus fugas (demasiado consentidas por el pelotón y por la falta de ambición de otros corredores) y por vestir el maillot de la montaña durante las primeras jornadas. Consciente de que no tenía ninguna oportunidad de victoria en sus minúsculas escapadas, se dedicó a sumar puntos y a disfrutar con su público.
Pero Nielsen es incombustible y de vuelta en Francia siguió a lo suyo. En la décima jornada, la del final en Megève, también estuvo en la escapada y en aquel día en el que España soñó con ver a Luis León Sánchez alzar los brazos en la meta, apareció el del EF para, en un sprint al borde de la agonía con Nick Schultz, conseguir el triunfo. Merecido premio para alguien que maravilló en La Vuelta del año pasado con su triplete.
Al día siguiente llegó la alta montaña, esa jornada que no se nos va a olvidar en mucho tiempo porque es, seguramente, la mejor etapa del ciclismo de las Grandes Vueltas en décadas. El día del acoso de Jumbo a Pogaçar, de la pájara del esloveno, fue también el gran día, hasta ahora, de la carrera deportiva de Jonas Vingegaard. Reconvertido en jefe de filas de Jumbo ante la situación de Roglic, supo rematar un día perfecto en Granon, alzarse con su primera victoria en el Tour y ponerse de amarillo. Él tampoco lo olvidará jamás.
Aquella fue la segunda victoria de etapa consecutiva para un danés en este Tour pero, tras un día de impás, todavía había más tela que cortar. En la decimotercera jornada, el incansable Mads Pedersen, con un olfato como pocos, sabía que tenía que estar en la fuga. Y acertó. Llegó a Saint-Etienne jugándose la victoria al sprint con Fred Wright y Hugo Houle y ahí él no tenía rival. Mucho más fuerte, ganó sobrado, le dio un éxito importantísimo a Trek y logró la que hasta el momento es la tercera victoria de un danés en el Tour de Francia… o de Dinamarca.