Parecía que nos habíamos olvidado de él. Entre la grandeza de Mathieu van der Poel en el Giro y las impresionantes exhibiciones del todoterreno Wout van Aert en el Tour de Francia, se nos había quedado en un segundo plano Remco Evenepoel. El belga es esa tercera pata del banco que representa el ‘nuevo’ viejo ciclismo, el de ataque, el de no pensar y actuar lejos de meta para ganar dando exhibiciones.

Pero ya se ha encargado él de recordarle a todos los aficionados que no se ha ido, que está ahí y que lo único que ha hecho durante este mes de preparación ha sido afilar el cuchillo. Porque antes de la Clásica de San Sebastián había estado un mes entero sin saber lo que era competir, simplemente afinando en los ‘training camp’ pero sin meterse dentro de un pelotón, que siempre permite saber de forma más fidedigna cómo es tu verdadero estado de forma.

Da exactamente igual. Con la gente que tiene tanta calidad en sus piernas no funciona la lógica. Pueden llegar con dudas a una carrera y regalarte una exhibición de época como lo hizo Remco camino de Donosti. En la subida a Erlaitz, con esas rampas que se van por encima del 10% y a casi 50 kilómetros para la meta, el del Quick Step sacó el turbo a pasear para levantarle las pegatinas a todos. Solo Simon Yates amagó con aguantarle el ritmo durante unos kilómetros pero era mentira, no tenía la fuerza que sí albergaba el belga.

Coronó en solitario y se lanzó para abajo como un cohete pese a las dudas que sigue teniendo en los descensos. Aquí no aparecieron. Incluso agrandó su ventaja con sus perseguidores y terminó de cimentar su triunfo. A Murgil subió con una pata entre una maravillosa marabunta de público y el descenso lo hizo casi de paseo. Poco después, se gustó en los últimos metros. Pidió al público que le animara, les espoleó y celebró su segunda victoria en la Clásica de San Sebastián.

Porque es el rey reciente de esta prueba. Dice que, con la Lieja, es una de las competiciones que más le gustan. Y no es para menos porque se ve que se siente como en casa al haber ganado dos de las últimas tres ediciones (la de 2020 fue cancelada por el Covid). Casi dos minutos de diferencia le metió a Sivakov, segundo, y eso que se dejó ir en los kilómetros finales, algo que habla muy bien de la exhibición que dio.

¿Y ahora, qué? Pues ahora tiene La Vuelta por delante donde Quick Step se puede plantar también con Julien Alaphilippe. Con algunas bajas ilustres como la de Pogaçar y seguramente también Roglic, va a ser una nueva prueba de fuego para los que todavía confían en Remco como un vueltómano. Esta carrera puede servir para despejar muchas dudas de esta figura, con mucho genio, de apenas 22 años.

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