Es algo único que tiene el ciclismo. Ese contacto tan directo que el espectador experimenta con el corredor, el gran protagonista de todo, es una experiencia que solo se puede alcanzar en este deporte. Poder ver a tu ídolo tan de cerca, verlo pasar por la puerta de tu casa, encontrar una mirada cómplice con él en pleno esfuerzo… o que te regale directamente un bidón.

Ese objeto se ha convertido desde hace tiempo en un auténtico trofeo de museo. A los adultos les hace felices para completar una colección labrada desde hace mucho tiempo pero a los niños… ay, a los niños. La ilusión se refleja en su cara y la felicidad se abre paso entre cualquier otra sensación cuando reciben un bidón. Da igual que se lo entregue un auxiliar, que lo recojan del suelo o que directamente se lo tire un ciclista en plena carrera.

La Vuelta a Burgos no iba a ser menos. En El Tío del Mazo seguimos la carrera muy de cerca y tuvimos la suerte de encontrarnos casi de cara y sin querer con una de las zonas de avituallamiento de la cuarta etapa. El lugar, San Juan del Monte, un pueblo como cualquier otro de la provincia burgalesa donde los niños, más listos que nadie, ya se olían la tostada.

Ávidos de premios, cogieron sus bicicletas y se colocaron en un lugar estratégico, junto a los auxiliares de los equipos que aguardaban la llegada de los corredores. El resto ya fue historia. Una vez que la fuga y el pelotón había ejecutado su paso por aquella zona, todos exhibían orgullosos sus trofeos. Uno con el bote de Movistar, quién sabe si el del mismísimo Valverde, otro la bolsa completa “azul y muy chula” del Eolo, aquella con el amarillo del Jumbo…

Un zurrón cargado de premios y sobre todo un recuerdo para toda la vida. Porque eso también es el ciclismo. No solo la competición, no sólo ir al puerto más duro a ver retorcerse sobre la bicicleta a los corredores, también el paso por un pueblo cualquiera en medio de cualquier provincia del mundo y los más jóvenes haciendo afición a este deporte de la manera más sencilla. Es maravilloso.

PD: En El Tío del Mazo no somos tan pequeños pero nos llevamos uno de los premios gordos, el bidón del ‘padre superior’ y creador del Landismo lanzado directamente por él y que acompaña a estas líneas.

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