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Cervinia, el final más bonito posible

Por Techo Díaz.- En Cervinia, a escasos metros de donde finalizará la antepenúltima etapa del Giro 2015, se encuentra uno de los lugares más bellos del mundo. El nombre es un poco cursi y no excesivamente original (se llama Lago Azul), pero si tienes la suerte de pasar allí un día soleado quizás puedas sacar las mejores fotos de tu vida. Porque en las extrañas aguas de este lado -el azul es tan intenso que enamora- se refleja una de las montañas más impresionantes de Europa: Matterhorn, si haces caso a los suizos, o Monte Cervino, como lo conocen en Italia.

El Cervino no es sólo impresionante. Es, de largo, la montaña más bonita de Europa. Su forma triangular -la montaña perfecta, la llaman- ha servido de inspiración nada más y nada menos que al mítico Toblerone, chocolate que toma su forma triangular del coloso alpino, y al logo de Paramount Pictures. Y no es para menos, su belleza es estremecedora.

Pero no nos dejemos engañar por las postales. Divisar la cima del Matterhorn no es algo al alcance de cualquiera. No basta con viajar a Zermatt, en la parte suiza, o a Breuil-Cervinia, en la parte italiana para verlo. Además tiene que salir el sol, pues la cima, a 4.478 metros de altura suele estar envuelta en nubes gran parte del año.

Probablemente eso será lo que les pase a los ciclistas que lleguen el próximo 29 de mayo a la estación de esquí de Cervinia, tras recorrer 236 kilómetros y haber subido antes dos puertos de montaña. Hay quien dice que el recorrido del Giro 2015, presentado ayer en Milan, no es tan duro como el de otras ediciones, pero es que no se trata sólo de poner las montañas más duras, sino también las más bellas, y en este sentido, la etapa de Cervinia, si las nubes lo permiten, será todo un acierto.

Giro de Italia 2015. Etapa 19
Etapa 19 del Giro 2015

Ya lo hemos hablado en otras ocasiones. El ciclismo moderno vive de la televisión, y la televisión vive de aquello que es visual, de aquello que es impactante, de aquello que es atractivo. En eso los italianos son unos maestros, como demuestran sus videos de promoción año tras año y, no lo duden, la etapa de Cervinia les va a dar mucho juego.

El Giro tiene dos colores que faltan en otras carreras, por lo menos en las grandes, y que lo hacen especial. Uno es el rosa, su rasgo distintivo, y otro es el blanco, el de las cumbres nevadas que no vemos en el Tour ni en la Vuelta. Los organizadores cuentan con ello. Juegan con ello. Porque ya saben de antemano que tendrán que suspender alguna etapa, eliminar algún tramo o mantener la tensión hasta el final. y atender decenas de hipotermias. Pero todo vale para conseguir la imagen final de ese ídolo entrando en solitario en alguna cumbre mágica, con la nieve cubriendo su rostro y con la explosiva y fotogénica mezcla final de alegría y sufrimiento.

Da igual que se llame Fabio, que se llame Alberto o que se llame Nairo. La foto quedará preciosa.

Este verano tuve la suerte de recorrer la carretera que, poco a poco pero en continua ascensión llevará a los ciclistas a los 2.050 metros de una localidad que, según cuentan los folletos turísticos, fue rebautizada por Benito Mussolini para dotarla de mayor italianidad, ya que Breuil, como se la conocía antes de su ocurrencia, sonaba afrancesado de más. Hoy se la conoce de las dos formas, aunque la innegable influencia del Monte Cervino acaba pesando y la propia organización del Giro ha optado por el nombre más conocido: Cervinia.

Si el día amanece despejado (que alguna vez pasa) los ciclistas se van a encontrar varias veces con vistas privilegiadas del gigante alpino incluso muchos kilómetros antes de llegar. Será una ocasión única no para ellos, sino para los cámaras que estén cubriendo la carrera y los fotógrafos que busquen un Pulitzer. No en vano, el Giro pocas veces ha optado por esta carretera que, a pesar de su encanto, nadie incluye entre los mitos de la carrera italiana. Una victoria de Andrey Amador tras una larga fuga en 2012 es su precedente más cercano, pero resulta justo admitir que Cervinia no forma parte de la mitología de este deporte.

Así que ya es hora de cambiar esta tendencia. Desde luego para los aficionados no puede haber mejor final de etapa. Si alguno tiene la suerte de desplazarse hasta allí, que no pierda la ocasión de visitar el Lago Azul ni de subir al telesilla que después de tres tramos desemboca en las pistas de Plateau Rosa, a 3.480 metros de altura, donde es posible esquiar en el mismo mes de agosto con vistas a una montaña que tiene forma de Toblerone. Otro día hablaremos de las pistas habilitadas para Mountain Bike en periodo estival, un sueño para especialistas. Pero da igual no serlo. En Cervinia, lo digo por experiencia propia, uno puede ser muy feliz con muy poco. Una cerveza, una cámara de fotos y una montaña que lleva siglos enamorando a Europa. Les dejo algunas fotos para que se hagan a la idea.

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