Cuando ganó su primera Vuelta, allá por 2019, Primoz Roglic no era el tipo más querido del pelotón. Los aficionados le tildaban de pancartero, y los periodistas de antipático, o al menos de no excesivamente amable. Cierto es que el esloveno medía muy bien sus fuerzas para atacar en los metros finales y sacar la máxima renta, y también que no se le veía disfrutar en la Vuelta como sí hizo en ediciones posteriores.

Hoy todo esto ha cambiado por completo, y Roglic es un ciclista de culto. Tanto, que muchos aficionados españoles lamentan hoy que es esloveno no vaya a igualar en 2022 el récords de vueltas patrias ganadas que ostenta Roberto Heras. A más de uno le hubiera gustado que ganase el del Jumbo, por delante de Mas, Ayuso, Rodríguez y el también ídolo Evenepoel.

Y más después de lo visto ayer. Porque Roglic ha muerto matando, y ante eso solo queda descubrirse. El ciclista que se cae casi tanto como Landa abandona hoy la Vuelta tras atacar en las rampas finales de una jornada en principio intrascendente, y caerse a 100 metros de la meta. Por luchar hasta el final.

Roglic abandona

Todo mientras Evenepoel levantaba la mano por un pinchazo dentro de los tres últimos kilómetros que le permitía llegar silbando a meta. Hay quien especula que iba pinchado desde antes, pero todo esto nunca lo sabremos. Sí que queda para el debate una regla que puede llegar a ser injusta y que podría haber cambiado el destino de La Vuelta, pues de no existir esa regla el belga habría perdido el maillot rojo de la carrera.

Pero volvamos a Roglic, que es quien nos ocupa. El esloveno había atacado antes de saber nada del pinchazo, con el simple objetivo de picar unos segundos y conseguir una bonificación o incluso la etapa. Atacó sin mirar atrás y sin importarle si Pedersen o Van Poppel le rebasaban en la línea de meta. Sin especular, vaya, porque pensaba luchar hasta el final.

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No va a poder ser y La Vuelta queda huérfana. Quizás nunca hubiera podido batir a Evenepoel, pero, visto su coraje, no era del todo imposible. Nos quedaremos sin saberlo y a todos se nos queda cara de triste, máxime cuando leemos en medios eslovenos que la recuperación de Roglic tras su caída del Tour no era la más idónea, y que solo entrar en el podio ya era una hazaña absolutamente extraordinaria.

Ojalá podamos verlo en 2023. Porque, por esta y mil gestas como el ataque del año pasado en Lagos, Primoz Roglic debe volver a España. Aquí corre en casa.

 

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